Hay veces que descubrimos autor y obra al mismo tiempo. Me ha ocurrido con la novela Los huerfanitos (Blackie Books, 2012), de Santiago Lorenzo, del cual apenas había oído hablar hasta hace un par de semanas.
Santiago Lorenzo es un autor nuevo en el panorama literario español, aunque no sea precisamente joven: publicó su primera novela (Los millones) casi con cincuenta años, y la segunda (Los huerfanitos) con esa edad ya cumplida. A sus espaldas, una larga trayectoria en el undo audiovisual como creador de algunas películas (varias cortas, una larga) y de algunas escenografías para el cine.
Siempre he pensado que la edad madura es buena para empezar a escribir novelas o para hacer buena narrativa. En el caso de Lorenzo se cumplen ambas premisas. Los huerfanitos es una grandísima novela de aire humorístico, escrita en una prosa brillante que en algunos momentos recuerda a la de Luis Martín Santos, que es mucho decir. Veo también algo de aquellas novelas de Tom Sharpe en las que la comicidad va construyéndose en un lento, casi impreceptible crescendo.
El argumento de Los huerfanitos tiene que ver con el teatro. Tres hermanos (los hermanos Susmozas) heredan un trasnochado teatro de postín y se ven obligados por las circunstancias a llevar una obra a escena para salvar la herencia. Se da la circunstancia, no poco importante, de que los tres odian el teatro. Así es como se detona la acción y el carrusel de personajes de esta novela que leí en apenas tres días, entre sonrisas y carcajadas y una sensación general de estar ante un descubrimiento literario notable.
Estamos, también, ante una novela que es, en cierta manera, un guión cinematográfico aún no escrito. Se nota que su autor lleva años en el mundo del audiovisual y supongo, espero, que Los huerfanitos se convierta algún día en esa película que ya es.
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