El otro día hablaba de la novela Burton and Speak, de William Harrison. Ahora, una vez leída, llega el momento de reseñarla.
A pesar de que el libro trata un tema tan novelesco y romántico como es el de las exploraciones por tierras africanas en el siglo XIX, el autor se aleja por completo de toda exaltación del héroe o de la proeza. Además, ni siquiera persigue construir profundos análisis psicológicos ni grandes entramados dramáticos. Los párrafos son breves, casi cronísticos; en ellos se narran con toda riqueza de detalles las vivencias de Richard Burton y John Speke, como si se tratara de un informe o una memoria; si queremos bucear en su mundo interior lo tenemos que hacer a través de las breves pinceladas que se nos ofrecen de cuando en cuando. Los personajes actúan. El escritor narra. Debo confesar que los primeros capítulos me resultaron algo farragosos. ¿Qué tenía delante, unos meros anales, un diario en forma de novela? Seguí leyendo a pesar de todo, y me di cuenta de que, poco a poco, la narración se afianzaba y los personajes iban adquiriendo sentido. Hacia la final, la novela alcanza un grado sublime. Lo sabía por la película, que no es más que un fiel reflejo de ese crescendo que acaba atrapando al lector. Qué difícil debe ser abstraerse de toda tentación estilística, de toda trascendencia, y elaborar un producto aparentemente plano que encierra en su interior una inesperada joya literaria. Lo supo ver Bob Rafelson cuando decidió hacer una película basada en la novela. Y lo hizo a lo grande, captando de la manera más sutil los diversos matices de la narración. Ser trascendente en el párrafo breve, en la narración más humilde. Narrar, sin más. Dejar que el lector construya, o reconstruya. Pensar que el lector es también un elemento activo en el proceso. Ser capaz de construir un drama humano sin que a penas se note el artificio literario.
Por último, destacar que la novela tiene detrás un fabuloso trabajo de documentación. El autor de embebió por completo de ambos personajes e indagó hasta el más minúsculo detalle de sus vivencias. Quizá por eso fue capaz de escribir un libro tan fluido y equilibrado. Diría que a veces la grandilocuencia sirve para esconder deficiencias: una documentación escasa, una insuficiente inmersión en los personajes. Nada de eso ocurre en Burton and Speke. Recomiendo su lectura (es una pena que el libro sea tan inencontrable), y también recomiendo la película subsiguiente, The Mountains of the Moon.
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